Meristemos: tejidos germinales vegetales
ADAPTÓGENOS Y MEDICINA

Meristemos: tejidos germinales vegetales

Meristemos y células germinales

Se llaman meristemos a las zonas de crecimiento de las plantas: yemas, brotes, raíces jóvenes o parte apical de las raíces, amentos e inflorescencias, cortezas jóvenes y zona de crecimiento del interior de la corteza. Meristemo significa “dividir” en griego.

Estas zonas de crecimiento, tan aparentemente diferentes entre sí, tienen una cosa en común: son tejidos formados por células germinales.  Se trata de células embrionarias totipotenciales, que equivalen a las células madre en los animales. Estas células contienen toda la información genética de la planta completa y se pueden convertir en cualquier tejido de la planta. Una sola de estas células, por ejemplo de una encina, tiene la información completa para desarrollar toda la complejidad de una encina. Se considera que la inteligencia de la planta está situada en estas zonas, son “el cerebro” de la planta.

Meristemos de encina, amentos

Amentos de encina

De hecho, actualmente se utilizan los tejidos meristemáticos de las plantas para cultivos in vitro de laboratorio, en biotecnología vegetal.

Los tejidos embrionarios de las plantas se crean en otoño, recogen información durante el invierno y proliferan en primavera.  Hay un momento de especial vitalidad, entre la latencia del invierno y ese revivir de la savia de la primavera. Es cuando una oleada de energía vital inunda la planta y activa su crecimiento, la brotación y la floración.  En primavera los meristemos están en pleno proceso de división o crecimiento y es cuando acumulan las mayores cantidades de hormonas vegetales, enzimas, factores de crecimiento (auxinas, gliberrelinas, citoquininas, ácido abscíosico), ácidos nucleicos, fitonutrientes (polifenoles, flavonoides). Por lo tanto, en primavera los meristemos son las partes más concentradas en moléculas terapéuticas de toda la planta y en todo el año.

Más tarde, cuando los brotes maduran hasta el punto de desarrollar clorofila, se pierde ya gran parte de estas moléculas, por lo que nos parece que lo más interesante es obtener estos compuestos en su momento óptimo, que es la primavera, el momento de mayor actividad y crecimiento.

A pesar del enorme potencial terapéutico de los meristemos, no se les ha prestado mucha atención en fitoterapia, donde es más normal utilizar hojas, tallos y flores. Y los frutos, bulbos y semillas los usamos habitualmente para alimentación.

Consideramos que tanto los árboles como los tejidos de crecimiento de las plantas han estado siempre un poco fuera de foco de la botánica terapéutica. Sin embargo, ambos son el principal interés de Rafael Cepa (desarrollador de Ilexina) por estimar que se trata de los más importantes e interesantes proveedores de principios activos para aplicaciones medicinales. Y también los mayores proveedores de principios vitales o sutiles.

Hemos investigado los usos de los meristemos a lo largo de la historia, para aprender de las experiencias previas y no es mucho lo que hemos podido encontrar. Os contamos su evolución:

Meristemos de pino, de higuera y de castaño para adaptógenos

Meristemos de pino, de higuera y de castaño

Fitoembrioterapia

En cuanto al uso de los brotes hay referencias de su utilización en el Antiguo Egipto y también sabemos que eran usados por los alquimistas.  En el siglo XII, la polifacética Hildegard von Bingen, considerada la madre de la naturopatía, veía los brotes, las semillas y las flores como lo más excelso, lo que restaura nuestra conexión con la fuente divina y los utilizaba en sus formulaciones magistrales.

Goethe, en 1790 escribió el libro “La metamorfosis de las plantas“,  donde expone que todas las partes de la planta son variedades de un apéndice vegetal abstracto, que difieren entre sí por su forma y grado de expansión.  Encontramos referencias de que al parecer, el médico homeópata belga Pol Henry  se sintió inspirado por este libro de ideas pioneras y también por los trabajos sobre terapia celular y células embrionarias de animales de su contemporáneo Paul Niehans.

Pol Henry, a mediados del siglo pasado, hizo una investigación sobre los brotes, tejidos de crecimiento de vegetales y células embrionarias de las plantas. A raíz de este estudio desarrolló un nuevo método terapéutico que llamó fitoembrioterapia.  Utilizaba las yemas y raicillas jóvenes para elaborar macerados con agua, glicerina y alcohol, con el objetivo de obtener el máximo de principios activos, tanto los que se pueden extraer con alcohol (alcaloides, glicósidos, heterósidos y algunos ácidos), como la energía y principios hidrosolubles que se vehiculizan con el agua (taninos, minerales, algunas vitaminas, flavonoides y ácidos hidrosolubles) y los principios solubles en grasa que se pueden obtener con la glicerina (aceites esenciales y los flavonoides, otras vitaminas y algunos ácidos liposolubles).

Tenía en cuenta nutrir la parte física y la parte sutil de la persona, utilizando la parte física y la parte sutil de los vegetales.  Obtenía así remedios muy activos y efectivos, de gran capacidad regeneradora.  Se trata de una medicina muy vital, elaborada con tejidos de crecimiento a diferencia de la tradicional fitoterapia basada en hojas, tallos y flores adultos y casi siempre secos.

Yemoterapia

Después, los doctores Max Tetau y Othon André Julian adaptaron la fitoembrioterapia de su colega Pol Henry con la homeopatía. Utilizaban los meristemos de los vegetales y también las partes reproductivas: semillas y amentos. Como disolventes empleaban glicerina y alcohol, no agua. Y otra diferencia es que posteriormente diluyen sus extractos 10 veces, según los principios homeopáticos, obteniendo macerados de glicerina en concentración 1DH.

Pequeña yema

Estos son los usos que conocemos de los meristemos: uso en biotecnología y uso terapéutico.

Consideramos que el uso terapéutico se ha infravalorado, posiblemente porque los tejidos meristemáticos sólo están a nuestro alcance en un período de tiempo muy corto o están poco accesibles. Desde Alvigra nos centramos en estas partes germinales para elaborar nuestras Ilexinas y buscamos su máximo aprovechamiento, teniendo en cuenta todos los aspectos posibles. Seguimos unos principios básicos en los que creemos, cuidamos todos los detalles en cuanto a ingredientes y procedimientos para conseguir un producto de alta eficacia y atendemos a los aspectos sutiles.

No creemos que el hombre pueda mejorar la naturaleza, sólo intentamos hacerla accesible para utilizarla a modo de ayuda, con cuidado de no malograr sus tesoros.

Yema de pino, meristemo del pino para extractos adaptógenos

Yema de pino, tejido meristemático

Meristemos, base de los adaptógenos Ilexina

La medicina botánica basada en árboles y en sus meristemos nos parece la más poderosa y rica. La vida en la Tierra depende de los vegetales: para alimentarnos, para respirar, para nuestros medicamentos, para mantener el ecosistema. Sin vegetales, desaparecemos. ¿Hacen falta más argumentos para demostrar nuestra absoluta dependencia de las plantas y la total afinidad de nuestro sistema biológico con el de ellas? (*). Es tan evidente y sin embargo, posiblemente no le demos la importancia que tiene, debido, como dice Stefano Mancuso, a nuestra ceguera vegetal (los datos de este párrafo se extraen del vídeo que enlazamos más abajo, del brillante neurobiólogo vegetal Stefano Mancuso, así como otros fascinantes descubrimientos acerca de la inteligencia vegetal). 

Los vegetales expresan su máxima actividad vital, energía y “eclosión” de moléculas terapéuticas en primavera y por medio de los meristemos, especialmente, las yemas. De entre los vegetales, los árboles es el vegetal más poderoso y complejo. Por eso son nuestro centro de interés.  Y las células germinales de las plantas se equiparan a nuestras células madre.  La terapia con células madre animales está en experimentación, si bien tenemos a nuestra disposición las células madre vegetales.

Según las investigaciones de fitoembriología, los Quercus y los abedules son los árboles que tienen mayor capacidad de adaptación, resistencia y regeneración de los terrenos, siendo regeneradores de nuestro sistema hormonal y tónico general; mientras el pino es un árbol vivaz, estimulador de sistemas inmunitario y osteoarticular. Según la xenohormesis, las moléculas de adaptación de los vegetales estimulan los mecanismos de adaptación en los animales.  Por lo tanto, desde Alvigra sencillamente intentamos preservar y concentrar estas moléculas y principios vitales para elaborar unos extractos adaptógenos excepcionales.

(*) Tenemos el placer de compartir con todos este vídeo, donde Stefano Mancuso, una de las máximas autoridades en neurobiología vegetal, nos explica no sólo nuestra total dependencia de las plantas, sino fascinantes detalles sobre la inteligencia vegetal:


Marta Villén Vega

© 2018. Obra original bajo licencia CC BY NC 3.0 

Comentarios

  1. Suzane Ardal

    Muy bueno realmente, gracias por esta estupenda información.

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    1. Post<br/>Author
      Marta Villén

      Gracias Suzane, agradecemos que la valores puesto que ha supuesto un esfuerzo de investigación. Un saludo.

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